En toda oficina existe esa persona. Sí, esa que se siente experta mundial en lo que hace, aunque en realidad solo ha repetido lo mismo una y otra vez durante años. En mi oficina, esa persona tiene nombre y área: soporte técnico.
Para que te des una idea, cuando alguien se atreve a pedirle ayuda, siempre suelta la misma frase con cara de detective de la NASA:
—¿Pues qué le hiciste?
Y claro, la gente ya está harta de escucharla.
Yo, Jorgito, en alguna ocasión fui muy tranquilo a pedir algo sencillo: un soplador, porque quería darle una buena “sopleteada” a un equipo que tenía arrumbado y lleno de polvo. No iba a romper nada, no iba a hackear la oficina… solo limpiar.
Pero antes de que siquiera terminara de explicar, desde el fondo de la oficina salió la voz de la señora “todóloga”:
—Levanta un ticket y pide el servicio, no tienes por qué estar metiéndole mano a los equipos.
Por fuera, yo sonreí y dije con mi cara de “no te preocupes”; Por dentro, era un rotundo: “¡Vete al diablo!”
Obviamente no levanté el ticket. Mejor llevé mi propio aparato y lo hice yo mismo, pero llegué mucho más temprano ese día, no por miedo, sino para evitar toparme con ella y ahorrarme un posible show de insultos.
Y lo más gracioso es que, aunque se cree la máxima autoridad de soporte, en su propia área nadie la quiere. ¡Pero ella ni cuenta se da! Eso sí, cuando puede, suelta indirectas como aquella vez que le dijo a una de las secretarias:
—Dile a tu amigo que te ayuda, el que dice que sabe; Refiriéndose a mí, obviamente.
Es toda una joyita esta señora, pero cada oficina tiene a su personaje así: el que se siente indispensable y que cree que sin él nada funciona.
Y tú, ¿ya sabes quién es en tu trabajo?
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