viernes, 10 de octubre de 2025

Los adornos godínez: entre el amor al papel crepé y el odio al confeti.

Ahora que se acercan las fiestas, debemos ser honestos; en toda oficina siempre hay una compañera que, en vez de enfocarse y hacer su poco trabajo, se convierte en la decoradora oficial. Es la que cada temporada saca su arsenal de papeles de colores, tijeras chuecas y listones brillosos para crear adornos “hechos a mano” que, según ella, son “lo máximo”.

La realidad, sin embargo, es otra. Porque, seamos sinceros: esos adornos terminan viéndose más gachos que la nariz de Gargamel. Pero ahí está, orgullosa, colgando sus muñequitos piteros con la forma de algo que nadie logra identificar, mientras presume:

—“¿A poco no me quedó igualita?, la ví en internet”

Mientras tanto, el resto de los compañeros asienten con esa sonrisa falsa de supervivencia laboral, pensando en silencio: “Internet, si, como no..."

Y claro, para que la escena esté completa, no puede faltar el compañero godín raro, ese que piensa que todo lo que tenga que ver con fiestas, adornos y decoraciones es una pendejada. El que, al ver el muñequito pitero ya pegado en la puerta, suelta el comentario infaltable:

—“Mejor pónganse a trabajar, en vez de andar perdiendo el tiempo en estas pendejadas.”

El mismo que dice que, si fuera por él, la oficina se vería como un sótano de la PGR: paredes blancas, focos fríos y cero adornos.

La convivencia se divide entonces en dos bandos:

  1. Los fanáticos de la decoración: que ya están planeando colgar esferas recicladas hechas con CDs viejos.

  2. Los enemigos del confeti: que rezan por que se acabe diciembre, febrero, septiembre y cualquier mes con motivo para adornar.

Y ahí estamos los demás, los que solo queremos sobrevivir al ambiente laboral, mientras caminamos entre adornos piteros y frases motivacionales impresas con tinta que ya se ve gris.

Al final, el dilema godín se resume en esto:

  • Mejor unos adornos feos que trabajar viendo el mismo escritorio aburrido.

  • Pero tampoco hay que convertir la oficina en un episodio de Manualidades con la tía Chabela.

Eso sí, la verdadera pregunta que queda en el aire es: ¿Adornar o no?

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